Los males que nos aquejan (II): El verdadero origen del saqueo

Vicente García Escrivá

Agrupado del Movimiento

Social y Político Recortes Cero

En la primera parte de este artículo, ofrecí una explicación a la explosión de la burbuja inmobiliaria y al terremoto que le supuso al sistema financiero de medio mundo. Con la crisis se perdieron gran cantidad de capitales e inversiones y para frenarla hubo que transformar una enorme deuda (de entidades financieras privadas) en deuda pública, es decir, a cargo de los bolsillos de los ciudadanos. Con ello dichas entidades financieras pudieron mantener sus maltrechos activos y salvar los números rojos de sus cuentas, pero sin duda alguna, esta solución ha provocado una gran miseria y grandes dramas familiares, sobre todo entre padres y abuelos, principales avalistas de los créditos hipotecarios que han perdido ahorros y viviendas, y que además tienen que hacer (en los peores años de su vida) grandes esfuerzos para ayudar a mantener a sus familias.

 

Sin embargo, considero, que si bien, la influencia de esta crisis financiera es real en los males que nos aquejan, no son la causa determinante de ellos. Creo que hay motivos de más calado político y del complejo mundo en que vivimos que justifican mejor y mas claramente nuestros males. Este va ser el objetivo de esta segunda parte del artículo.

 

Un poco de historia

 

Haciendo un repaso a vuelo rápido sobre los aproximadamente 300 años de existencia del capitalismo, nos encontramos con las viejas potencias europeas disputándose entre sí el mundo conocido, pero ni siquiera la Inglaterra del siglo XIX, en que, por su alto nivel de industrialización (para la época) era considerada la fábrica del mundo, logró concentrar la riqueza y el poder suficiente para hacerse con un control hegemónico a nivel mundial.

 

Este fenómeno del hegemonismo hubo de esperar, cronológicamente, al final de la Segunda Guerra Mundial, y requirió una serie de profundas transformaciones del sistema de producción capitalista desde su economía de libre mercado, hasta otra mas concentrada y potente, denominada economía monopolista de estado. Este nuevo sistema económico surgió de la fusión entre los capitales industriales y los capitales bancarios, convirtiéndose en capital financiero, al que finalmente se unieron los intereses de estado que dieron lugar a las burguesías monopolistas de estado que constituyen las clases oligárquicas, que hoy dominan el mundo.

 

Para entender mejor el proceso que he sintetizado en el párrafo anterior, debo explicar que las grandes fortunas (Rockefeller, Morgan, Ford, Vanderbilt, etc..) se forjaron inicialmente con imperios industriales, pero conforme se consolidaban y obtenían grandes riquezas, crearon bancos para prestar sus capitales a altos intereses. Finalmente los bancos acabaron acumulado los ahorros de toda la población, con lo que adquirieron una concentración de capital que pronto no hubo negocio pequeño, mediano o grande que no precisase de sus créditos para crearse. Así los bancos empezaron a intervenir en los consejos de administración (sobre todo de las grandes empresas) para garantizar el éxito de sus inversiones y acabaron integrando a los principales inversores privados en los propios bancos creando de esta manera una fusión entre los capitales industriales y los bancarios que los hacia virtualmente dueños de los negocios e indivisibles en un mismo capital al que denominaremos capital financiero.

 

El sistema financiero adquirió tal poder que forzó a los gobiernos a proteger sus intereses, integrando también a los principales dirigentes de la clase política en el sistema, formado y cerrando a cal y canto una clase oligárquica que, como es lógico, prefería controlar el 90% de las riquezas generadas desde un reducido número de monopolios que desde la miriada de negocios que suponían la vieja economía de libre comercio.

 

El hegemonismo americano

 

Fue este proceso el que permitió a los EEUU, virtual vencedor de la Segunda Guerra Mundial, con las viejas potencias europeas arruinadas, y parte del mundo arrasado, concentrar a finales de la década de los cuarenta y durante los cincuenta, el 50% del PIB mundial en manos de su oligarquía (la mitad de la riqueza generada en el mundo). Así, dicha oligarquía inició su camino hegemónico estableciendo multitud de relaciones de alianza y sometiendo a su dependencia a muchos países, implantado bases militares, distribuyendo sus ejércitos y creando redes de espionaje e intervención, para protegerse de cualquier agresión, directa o indirecta, a sus intereses hegemónicos.

 

Pero otro país había salido también triunfador: La URSS, y a finales de los cincuenta e inicios de los sesenta, una clase burguesa de tipo burocrático se hizo con su dirección y se propuso arrebatar la hegemonía mundial a los EEUU. La llamada guerra fría entre estas dos superpotencias, llenó ell planeta de miedo a una Tercera Guerra Mundial nuclear que no se materializó, aunque no fue incruenta, pues provoco en el Tercer Mundo un sinfín de guerras locales movidas por los intereses hegemonístas de ambos países. La URSS no consiguió su objetivo e implosionó (aunque de manera mas controlada de lo que muchos piensan, solo así se explica su  resurgimiento en la actualidad).

 

Durante toda la guerra fría, EEUU mantuvo un férreo control sobre gran parte del mundo. En su considerado ‘patio trasero‘ (Latinoamérica) promovió una serie de crueles dictaduras militares y no pocos asesinatos de lideres políticos. En general el Tercer Mundo también sufrió por los intereses hegemonístas y fueron exprimidos como limones para mantener las campañas y proyectos (Guerra de las Galaxias por poner un ejemplo) en que se embarcaba el imperio, utilizando para este saqueo sus herramientas preferidas de chantaje: deuda externa y FMI. Europa recibió otro tratamiento, pero no se libro de las constantes intervenciones norteamericanas (red Gladio por ejemplo) que utilizó en los llamados años de plomo (décadas de los setenta y ochenta sobre todo) al terrorismo tanto de ultraizquierda como al de ultraderecha (asesinatos de Carrero Blanco en España, Aldo Moro en Italia, los mas destacados).

 

Pero al fin, los EEUU, que desde su derrota en Vietnam habían luchado fieramente, más por mantener su imperio que por ampliarlo, por fin eran reconocidos como la única e incuestionable potencia hegemónica del planeta, y estaban en disposición de imponer un nuevo ‘orden mundial’. Pero como cantaba el borracho de Pedro Navaja (del polifacético Ruben Blades):  ‘sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas‘.

 

Países emergentes

 

Se trata de países que, formando parte del Tercer Mundo, partiendo de una casi nula influencia en la política mundial, emergen en el mercado con un crecimiento inusitado. No cuestionan el poder hegemónico de los EEUU, pero si socavan la base material que lo sustenta: la economía. De aquel apabullante 50% del PIB mundial de la década de los cincuenta, según datos del propio FMI, EEUU solo mantenía en el 2014, un 19,3%.

 

En América, surgen voces discordantes que o bien sitúan a los EEUU como su enemigo  o exigen un mayor grado de autonomía (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil, Nicaragua, Argentina). En Europa, Rusia comienza a renacer de sus cenizas. En Asia van a surgir dos de los representantes más destacados: India  y China.  Esta última se ha convertido en la segunda potencia del planeta con el 15,4% del PIB mundial (según datos del FMI de 2014).

 

EEUU, principal promotor de la tan cacareada Globalización que va a permitir expandir los mercados e incorporar carne fresca a las fábricas, se encuentra con que probablemente, el mayor beneficiado de dicha globalización ha sido China, que ha basado su exponencial crecimiento en la exportación de productos a un precio sin competencia.

 

En el punto de mira

 

Puestas así las cosas, ¿hacia dónde dirigió EEUU su mirada para hincar sus colmillos y chupar la sangre que precisa para mantener su imperio hegemónico (si se me permite el simil vampiril)?. Para mi está claro, puso su mirada en Europa y más concretamente en aquellos países más dependientes de su control: Los PIGS. Los PIGS, y más concretamente España, son países débiles, aunque no estrictamente en el plano económico (El FMI llegó a considerar a España la octava potencia mundial), sino más bien en el terreno político y militar.

 

Centrémonos en España: nuestra oligarquía, la clase que ostenta el poder, ha medrado históricamente, a la sombra de algún imperialismo (sea francés, inglés o norteamericano). Jamás, salvo el breve periodo de la dictadura de Primo de Rivera, ha pugnado por independizarse y tener voz propia; por no hacer, ni siquiera hizo su revolución, llegando al poder con un ‘entente cordiale‘ con la aristocracia a través de una prolongada transición. En consecuencia, la clase política a la que dirige, y más concretamente, el bipartidismo que la ha representado todos estos años es igual de vendepatrias que ella (puede que unos más que otros, dejo al lector la libertad de decidir quién lo ha sido más, si la derecha o la llamada izquierda).

 

Por otro lado, en el terreno militar, no hay que olvidar que pertenecemos a la OTAN, una organización dirigida por EEUU, y hay numerosas pruebas de la intervención de nuestros soldados en conflictos donde nada pintamos (desde oriente medio a Ucrania), Por si esto fuera poco, en nuestro suelo tenemos varias bases americanas, que siempre, pero mas últimamente están tomando gran importancia para EEUU por su situación estratégica entre oriente medio y África (Escudo anti-misiles, base de Morón como tercera en importancia después de las de Hawái y Alemania, etc…).

 

Conclusión

 

En definitiva, nuestro pueblo ha sido traicionado y abandonado a los intereses de países extranjeros y en segundo lugar a los de nuestra oligarquía. La gota que colmó el vaso en este sentido fue el acuerdo PP-PSOE para poner, nada más y nada menos, en la constitución un artículo que resumiendo viene a decir que antes se paga la deuda a un banco extranjero que la pensión a un español; así nuestros acreedores (¿acreedores? eso habría que estudiarlo en detalle) pueden dormir tranquilos mientras nosotros nos desvelamos porque no llegamos a fin de mes.

 

 

 

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